lunes, septiembre 20

Inversamente adicta

Esos ataques de me-quiero-suicidar que disparo con cada mirada, rebotan en los espejos y se insertan en mi alma, como alfileres en la tela, como esquirlas de hielo, como lápices sin estreno. Tan profundas las heridas, tan ardientes las llagas, tan culpable te sientes y tan absurda me veo. Suena la misma música que ayer, pero las palabras no me hablan de paz y libertad, las notas vibran en mi cabeza y la supuesta paloma que me libera, me ata con espinas a ti. Sueño con arco iris, unicornios y dragones de color madreperla. Es increible lo lejos que viaja la mente para impedir que el dolor se funda en hechos. Pero con un movimiento de mi mano vuelvo a sentir el frío del cerámico contra mi piel. Aún sigo en el suelo, pienso. Aún estas tirado en la cama, concluyo. Ya no siento las piernas, tal vez se fueron a vagar por los campos de fresas, o estan nadando con los tiburones. O es el frío que me entumeció los músculos, como pesados bloques de mármol, contorneados por tus manos morenas, grandes y delicadas. Ya fue, pienso. Me incorporo con todo el cuerpo agarrotado y débil. Seguís tendido en la cama. Pero ahora fumas con desgano, mirando el alto techo de madera, pensativo. Siempre nos gusto encontrar dibujos en los infinitos nudos de la madera. Qué infantil se ve tu figura semidesnuda bañada en la oscuridad, pareces un niño que creció de golpe. Cierras los ojos y te llevas el cigarrillo a los labios tan lento que parece que te costara atravesar el vacío. Y que hondo es el espacio cuando uno está solo. Extiendes tu brazo y dejas caer la ceniza a un costado de la cama. Liberas el humo que asciende hasta perderse en la inmensidad de tu habitación. Me acusto a tu lado y busco ese hueco entre tu cuello y tu hombro donde cuadra mi cabeza. Te sorprende mi contacto pero no te apartas de mi lado. Suspiro como suspiran las mentiras piadosas en la mente de los inocentes. Me abrazas y te impresiona notar mis costillas con tus dedos. Se crispan, pero se relajan luego, como si nada.
- Es sólo un vicio más. Como tus puchos.
- Si, pero no es bueno.
- Fumar tampoco.
- Vos me entendiste.
- Si, pero no es tan facil como apagar un cigarrillo.
- Pero juntos no es tán dificil. Deja que te ayude.
- Deja que me olvide, aunque sea por esta noche, que la perfección es mi suicidio.

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