sábado, septiembre 4

Ella sabe que está mal, que no debe hacerlo. Ella tiene conciencia, pero no puede evitarlo. Debe ser complaciente, debe agradarle a la gente, tiene que sonreír como boba y opinar como todos. En realidad, todo depende de la situación. Si hay que ser la rebelde sin causa, se corre el maquillaje, se despeina y comienza con su show de rock. Si la cosa pinta para la locura, su originalidad basta para robarle el protagonismo a cualquiera. Si hay que oponerse, se opone. Si hay que asentir, asiente. Pero los personajes duelen dentro de su cabeza, pelean por salir y usurpan un cuerpo que nunca les pertenecerá. ¿Adónde se fue su personalidad? ¿Con quién hablará el día en que su mente se calle? ¿Y si no tener personalidad es su personalidad? ¿Y si cambiar de forma de ser es su forma de ser? ¿Si la indecisión es su decisión? No voy a negar que a veces odio que sea así, ni que a veces se me cruza por la cabeza la idea de matarla, pero ella le pone sal y pimienta a mi vida.

¿Qué sería de mi vida sin ti, Alicia?

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