lunes, junio 14

Escrito viejo...

Esa no soy yo.


Y te vi. Te vi en esa foto, te vi en ese pedazo de virtualidad, en esos millones de pixeles viajando desde la red hasta mi notebook. Te vi con mis ojos verdes pardo, con mi ojos parecidos a los tuyos, con mis pupilas dilatadas. Y si digo los vi, nada cambia. Porque se me hizo imposible no mirarla, porque mirarte a vos era mirarla a ella, y encontrar en ella tus labios fue tan duro como no mirarte nunca más.
O fue peor. Mucho peor. Muy mucho.
Si no verte nunca más, no mirarte más, es soñar, tenerte en mi mente, recorrer infinitamente su rostro con mis ojos, con mis manos, sindiéndote. Como un secreto entre mis pensamientos y mi imaginación, un juego entre la ilusión y la desesperación. Pero verte allí, tan quieto, tan estáticamente cómodo entre sus labios, entre sus brazos, fue una cárcel, una jaula para los pajaritos y mariposas que volaban bajo mi piel. Los mismos que me levantaban en las mañanas, los que revoloteaban en mi estómago, y alentaban mi corazón a latir.
Y si, te vi. Los vi. No puedo evitarlo, negarlo sería engañarme, y engañarme serían cadenas sobre mi. Entonces prefiero sufrir ahora, que no volver a volar jamás.
Tampoco puedo darme el lujo de decir que no me duele, de expresarle al mundo mi libertad, de seguir mi vida fingiendo que no me pasó nada.
Porque pasó, y cómo.
Por eso me olvidé de que terminaba la telenovela que seguí durante todo el año, me olvidé del morocho que me hace suspirar y me recuerda a vos, me olvidé de que me había bañado hace dos horas y que todavía tenía el olor a jabón impregnado en mi piel. Abrí la ducha, y sin esperar a que se calentara el agua entré, desnuda, después de haberme sacado la ropa tan rápido como si hubiese estado en llamas.
Porque así era, porque así me sentía. Con miles de encendedores bajo mi piel, con fósforos embravecidos debajo de mis mejillas y una soga que me ahogaba en el cuello. Y no alrededor, sino dentro, en mi garganta, como un nudo bien hecho, hecho por vos.
Pero no voy a culparte, ¿para qué? Si no sos el culpable. La tonta fui yo, que te creí, que me creí, capaz de enamorarte y llegar a decir nosotros.
Yo soy la culpable de ese embrollo de hilos, palabras y sentimientos en mi garganta.
Ese que ahora no me deja gritar y pegar uno de esos alaridos desgarradores que llegan hasta el alma de los espejos más opacos.
Ese que no me deja aullarle a la luna como una manada de lobos salvajes y desenfrenados, y contarle que ni las estrellas podrán consolarme hoy.
Ese nudo que se extiende hasta mi pecho y hace presión en mi corazón, maltrecho y decepcionado, que se empapa de lágrimas internas.
Y ahora tiemblo, como una tarada, arrodillada bajo la lluvia caliente de la ducha, sintiendo como cada gota choca contra mi espalda.
Pero prefiero las gotas antes que las esquirlas, por donde camina mi razón descalza.
¿Será por eso que tiemblo?
¿Porque no quiero perderme?
¿Porque no quiero perderte?
Pero que digo, ¡si nunca fuiste mío!
Y ahora que saldré de la bañadera, porque no quiero ser culpable además de la crisis hídrica de la ciudad, escribiré en mi cuaderno esta historia. Y al sostener la lapicera contendré esas ganas locas de retratar tu nombre en mi piel, en las hojas, en los rincones de mi habitación.
Tu nombre de esclavo, hijo de esclava.
Esclavo que ahora, ya tiene dueña.
Y esa, esa no soy YO!

3 comentarios:

  1. ufa, cuando comentas aca no aparece la palabra chupetinees arriba :(
    eu esto no es viejo
    esto no es de i ?
    te amo

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  2. jaja, posta esto no es de i? yo creo qe ya lo habia leido, verdad? qe nos reiamos de la crisis hidrica xD tamo♥

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  3. si nerga, me acuerdo lo de la crisis hidrica xD

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